Contexto Histórico de Santo Domingo (actual República Dominicana) – II

Bien es cierto que habíase prohibido la entrada de negros levantiscos y demás siervos criados con moros o judíos, y expulsados todos mediante su entrega a la Casa de Contratación para retornarlos a Sevilla, en tanto a los tratantes de la isla se les castigó con 100 azotes. Pero a la muerte de la reina Isabel (1504) se levantará el interdicto y se abre de nuevo la puerta a los negros. Para laborar las minas tráense esclavos nacidos en Castilla, negros cristianos adaptados a la cultura española. Se intenta someter a estos varones a mejor disciplina mediante la provisión de esclavas de su raza << que casándose con los esclavos que hay, den estos menos sospechas de alzamiento >> como parece suceder. Pero las razas africanas tenidas por más fuertes y resistentes, iban también a morir junto a los europeos por cientos, tras terribles travesías de escorbuto y mar, en aquellas malsanas tierras saturadas de humedales, plagas y mosquitos, seguramente de enfermedades tan conocidas como malaria y tifus, pero lejos de la ciencia médica del momento histórico que vivían las Indias. La mortandad de la raza negra es causa que llega a preocupar al propio Rey: << No entiendo como se han muerto tantos negros: cuidadlos mucho >>, manda decir extrañado. Diez años después, con la muerte del propio Fernando de Aragón, se suspendería la trata.

Los colonos raptan mujeres indígenas, que lejos de sublevarse contra sus captores, les acompañarán de buen grado en el lecho y con las armas. Algunas vuelven en principio a su comunidad, pero pasado cierto tiempo retornan voluntariamente con sus captores. Estos raptos y deserción de féminas tainas acabarán encrespando la animosidad de sus caciques. En Higüey se produce uno de esos levantamientos, que Ovando acude a sofocar. Cuenta el cronista Antonio de Herrera en las Décadas que en sus bailes y fiestas las mujeres tainas se daban a los españoles “que no bastaba resistir” y  que la cacica Anacaona “era muy deshonesta en el acto venéreo con los cristianos y por eso y otras cosas  semejantes quedó reputada y tenida por la más disoluta mujer que de su manera hubo en esta isla”.  Con este liviano trasfondo, acude Ovando ante nueva sublevación en el sureste liderada por la hermosa Anacaona, quien le recibirá con bailes de las muchachas núbiles de su tribu. El severo frey, manda apresar a la cacica y darle garrote. Pedrarias Dávila a la sazón Gobernador de Tierra Firme informa al Rey de que <<una de las cosas que más ha alterado en La Española y que más ha enemistado (a los indios) con los cristianos, ha sido tomarles mujeres e hijas contra su voluntad y usarlas como si sus mujeres fueran >>. Estos desajustes provocados en muchos casos por la escasez de mujeres y en otros por la entrega voluntaria de sus cuerpos, va a propiciar la llegada de esclavas blancas cristianas, sumisas y hacendosas mudéjares << pues habiendo en estas regiones gran necesidad de mujeres, los españoles las tomarían y no se unirían a las indias, amén de que las blancas rendirían más para el trabajo que las naturales >>, responde el monarca, que parece multiplicar sus empeños por doquier.

A estas medidas socio-económicas que trataron de nuclear las gentes de La Española, e impulsaron su agricultura y minería, además de favorecer los pulsos misioneros de culturización indígena, han dado en llamarse Ordenamiento del Territorio en el que Ovando hubo empeñado su gestión. Su influencia sería trascendental en el devenir de la desde entonces llamada, y verdadera, Cuna de América, como unidad hispánica diferenciada a la vez que referencia de proyección universal.

Cuando cree su misión cumplida, y deseoso de incorporarse a su orden monacal de caballero que porta sobre el pecho la verde cruz de Alcántara, regresa Ovando a España, a cuyo fin el parco célibe debe solicitar al Cabildo de Santo Domingo dinero prestado para el viaje. Fernando el Católico le premiará con su propio título vitalicio de Maestre Supremo de la Orden de Alcántara, a él perteneciente desde que le fuera adscrito por el papa Alejandro VI. Órdenes de caballería, monjes guerreros, poblamiento racional, economía productiva: un mundo vetusto que se entretejía con otro renacentista. Era la propia madeja española que ante el magno proceso que vislumbraba, estaba dejando de ser medieval para convertirse en moderna.

Ovando es sustituido como Gobernador por Diego Colón (1509-1515), hijo del Almirante, no por supuestos derechos paternos que sin duda reclama, sino por graciosa merced del Rey Católico, con cuya prima María de Toledo, de la ducal Casa de Alba, estaba desposado. Quedará para conseja urbana que la gobernadora y señoras del séquito, acostumbren pasear por la calle próxima a su residencia palaciega, que el mentidero colonial motejaría como Calle de las Damas.

Hacer de La Española una unidad productiva acorde a los cánones renacentistas, era idea ya asumida en la época de Don Diego, aunque iban a ser mil veces quebrantadas las reales disposiciones de facto por el coloniaje, contra la voluntad de su Gobernador y de sus lejanos reyes. Una constante histórica entre gobernadores y gobernados de cualquier época o país que  iba a persistir en pertinaz ritornelo sobre Santo Domingo, ayudada a veces por la debilidad, provecho propio y venalidad de oidores, fiscales y demás oficios reales. A la vez  que la enseñanza de su habla, van extendiendo dominicos y franciscanos entre los tainos la aclimatación de naranjos, limoneros, higos, melones, caña de azúcar, arroz, el ñame que llega con los primeros africanos, además de ganados, aves de corral, perros y gatos desconocidos en las antillas y traídos por los colonos desde la Península o Canarias. Muchos de los emigrantes que de Europa han llegado, pronto los ven distribuirse hacia otras islas y empeños, arrastrando afanes y hacienda de algún insatisfecho colono que con ellos sigue caminos hacia otros vientos. Este desequilibrado flujo hará que la población de la isla, comience a tambalearse algún día.

El ensayo previo de colonización americana va penetrando tierras dominicanas. Se crea la primera Audiencia (1511), el obispado de Santo Domingo pasa a ser Sede Arzobispal (1521), primera Silla Metropolitana y más tarde Catedral Primada de América (1541). El creado Tribunal de la Real Audiencia único en principio para toda la América conocerá de asuntos de gobierno, justicia y orden político y social. Compuesto por jueces, oidores, fiscales y alguaciles sería presidido por el propio Gobernador de La Española, pero por diversas razones no estaría operativo hasta que Carlos V lo puso en funciones (1526) perdurando su jurisdicción durante más de 250 años. Entre otras gestiones diplomáticas, habrían de tratarse en él las desavenencias entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro del Perú, o las diligencias de paz avenidas entre Hernán Cortés y Pánfilo de Narváez en Yucatán. Desde Santo Domingo socorrerán la angustiosa llamada de Pizarro que en su guerra con los incas, pide se le envíen alimentos, caballos y herrajes, que despachará la Audiencia para el istmo con un galeón repleto de monturas y bastimentos.

Llegan los jerónimos a la isla, los dominicos a la capital. Impulsan los primeros el cultivo de la caña (1516) y los ingenios para triturarla y procesar sus melazas, rones y guarapos, cofinanciados algunos por la Real Hacienda y promovidos otros por ciertos pudientes vecinos de Santo Domingo. Los dominicos enarbolarán como seña de identidad la bandera de la esclavitud indígena, que van a defender apasionadamente tanto en las Indias como en Europa. Nueva y mortal epidemia de viruela viene a implosionar a la raza taina hasta casi borrarla del mapa, y la libertad de los indios espoleada por los dominicos va ganando terreno a expensas de la esclavitud de los negros, al punto que pasados unos años, el Gobernador Alonso López del Cerrato recibe instrucciones del Emperador Carlos V (1544) para dejar definitivamente libres a todos los indios de La Española. Solo los misioneros, con su portentosa capacidad de adaptación espoleada por la fe, han sido capaces de oponerse al poder establecido, ya económico o político en defensa del indígena. Difícil cometido para la razón, campo abierto a la compasión, ingenua bonhomía frente al atávico cacumen humano, serían sus valores. Los dominicos verían disminuida su razón de ser en Santo Domingo y su concurrido  convento decae a favor de Puerto Rico y Cuba, nuevo destino de sus frailes, nuevas abulias que encauzar y proteger. A causa del vacío indígena, los  jerónimos van a solicitar de la Corona negros bozales francos de todo derecho, que aliviarán las plantaciones e ingenios de caña << para que estos indios sus vasallos, sean ayudados e relevados en su trabajo >>. Pronto se programa la llegada de 4.000 negros de ambos sexos durante los siguientes ocho años, gravados con tasas y almojarifazgos como si de mercancía se tratase, que iba a dar notable ganancia a la Hacienda Real.  Ya a mediados de siglo el tráfico de africanos de contrabando o declarados, había generado un mercado de esclavos caros y colonos pobres, alzamiento y cimarronismo, abundancia de manumisos y libertos, reventa de negros en cercanas islas y merodeo clandestino de negreros ingleses y holandeses por la costa españolense con negros guineanos a precios de ganga. John Hawkins aparece con 300 negros robados en la costa de África (1563), negros que trocará por cueros, azúcar y jengibre para poner velas por medio: un negocio que repetiría en posteriores ocasiones.

De Santo Domingo parten y allí retornan las expediciones de conquista y poblamiento de Antillas y Costa Firme. La ciudad experimenta un fuerte crecimiento con edificios privados, conventos, palacios e iglesias de hermosa arquitectura gótica o renacentista rodeada de heredades, jardines, naranjales, cañafístolos, frutales varios. Los dominicos, fundan su convento en 1510, cuyas aulas se transformarán en la Universidad de Santo Tomas de Aquino años después (1538), primer foco intelectual americano que va a irradiar sus luces a los territorios descubiertos. Se funda, el Monasterio de Santa Clara (1551) con 10 monjas clarisas españolas y 16 jóvenes reclutadas en la isla. Se construye el Monasterio Regina Angelorum para albergar en principio a otras seis dominicas andaluzas (1560). Las monjas serían las encargadas de formar en letras y labores del hogar las nuevas generaciones de jóvenes casaderas, y para aquellas otras de familia acomodada cuyo estatus así lo demandaba, añadían cocina, bordado, música y danza. De estos conventos saldrán las fundadoras de los conventos de Puerto Rico y Venezuela. Se va completando el cerco murado que zuncha la ciudad y su Fortaleza Ozama, con bastiones estratégicos para fusilería en sus paños; en ella iba a morir su alcaide, el historiador Gonzalo Fernández de Oviedo (1557). En pleno  medro ciudadano, su entonces obispo primado, el toscano Alessandro Geraldini, llegará a proclamar con entusiástica loa: “ínclita ciudad con edificios altos y hermosos, puerto capaz de contener a todos los navíos de la Europa, con calles anchas y rectas que nada tienen que envidiar a las de Florencia…” No iba a durar mucho esta desbocada euforia. En una suerte de sesgo esperpéntico, este esplendor comenzaría a decaer tras afianzarse la conquista de México y convertirse La Habana en puerto neurálgico de las Indias en su comercio con España. Sus colonos parten a esas y otras tierras y otros quehaceres, y la demografía de La Española comienza un preocupante descenso. Las gentes que antaño recibía de la Península, hogaño pasan directamente al continente. A finales de siglo la capital dominicana apenas conserva 500 familias asentadas. Los colonos que migran llevan un magro ajuar en naves siempre repletas de pasajeros que buscan mejor suerte. Centenares de cabezas de ganado traídas a la isla para añadir valor a sus pastizales, quedan cimarronas, sueltas a su albedrío por los campos tras el forzado abandono de sus dueños. Y en pocas décadas de crecimiento vegetativo, los centenares se tornarán miles, al alcance de quienes quieran capturarlos o sacrificarlos.

Miguel Ig. Lomba P

Me llamo Miguel, y me encanta investigar/escribir sobre cultura. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de York, actualmente me encuentro cursando Erasmus Master entre Italia-Alemania-EEUU (Udine-Göttingen-Indiana). Las relaciones entre América y Europa son relevantes para mi tesina del Postgraduado, y un futuro PhD (doctorado). Cualquier duda/pregunta no dudes en contactarme a: admin@mapasilustrados.com

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